Buscar este blog

miércoles, 2 de octubre de 2013

BORGES, Jorge Luis. ALGUIEN





Un hombre trabajado por el tiempo, 

un hombre que ni siquiera espera la muerte 


(las pruebas de la muerte son estadísticas 


y nadie hay que no corra el albur 


de ser el primer inmortal), 


un hombre que ha aprendido a agradecer 


las modestas limosnas de los días: 


el sueño, la rutina, el sabor del agua, 


una no sospechada etimología, 


un verso latino o sajón, 


la memoria de una mujer que lo ha abandonado 


hace ya tantos años 


que hoy puede recordarla sin amargura, 


un hombre que no ignora que el presente 


ya es el porvenir y el olvido, 


un hombre que ha sido desleal 


y con el que fueron desleales, 


puede sentir de pronto, al cruzar la calle, 


una misteriosa felicidad 


que no viene del lado de la esperanza 


sino de una antigua inocencia, 


de su propia raíz o de un dios disperso. . 


Sabe que no debe mirarla de cerca, 


porque hay razones más terribles que tigres 


que le demostrarán su obligación 


d
Quizá en la muerte


 para siempre seremos, 


cuando el polvo sea polvo, 


esa indescifrable raíz, 


de la cual para siempre crecerá, 


ecuánime o atroz, 


nuestro solitario cielo o infierno. . .

en ser un desdichado, 

pero humildemente recibe 


esa felicidad, esa ráfaga. 


.