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sábado, 1 de enero de 2011

HERRERA Y REISSIG. Canto de las horas


Aramís ordena que los doce Meses
Formen en la rueda con las doce Horas.
Las Horas sonríen; los doce Condeses
Hacen reverencias para las señoras.
(Beaumarchais se acerca. La Vallière saluda,
La Chevreuse camina, Maintenon se sienta;
Sévigné pasea su espalda desnuda,
Mientras Guiche sonriendo su pasión le cuenta).
Luis, Rey de primores, en un grupo alterna,
Dando a sus palabras caprichosos giros;
(Las enamoradas de su linda pierna
Le brindan miradas, risas y suspiros).
Comienza la danza. Sus divinos vuelos
Emprenden las Horas: un iris de seda
Se cierne en la nube de los terciopelos,
Y en mágica urdimbre de flores se enreda.
Avispas de raros metales parecen,
Que cercan zumbando divinos panales,
Y raudas estrellas que saltan y crecen,
Siguiendo los ritmos de mil madrigales.
Prosigue la danza. Su baile ligero
Emprenden los Meses: una cabalgata
De arqueros celestes cruza el abejero
De tacos bordados y hebillas de plata.
Parecen falenas de volar extraño.
Bellos sagitarios de la diosa Iris,
Los doce Condeses del Reino del Año
Que rigen las riendas del potro de Osiris.
El viejo Patriarca
que todo lo abarca
Se riza la barba de príncipe asirio;
Su nívea cabeza parece un gran lirio,
Su nívea cabeza de viejo Patriarca
Aramís ordena que las danzarinas
Cuenten sus historias. La orquesta acompaña.
(El Rey Luis escucha, tras unas cortinas,
El rondó de espuma del vino champaña).
La menor, la Una, canta la primera:
«Yo he nacido en Grecia, yo he nacido en Nubia:
Yo soy negra y blanca, triste o hechicera;
Mi cabeza es negra, mi cabeza es rubia.
»Los insomnios tristes son de mis imperios,
Y mis ojos queman con mirar profundo;
Soy la negra bruja de los cementerios,
La querida ardiente que ilumina el Mundo.
»Soy la Una, una nocturnal sombría
Hija de la noche, maga de la Luna;
Soy la Una, una lámpara del Día,
Soy la negra Una, soy la blanca Una».
La Dos: «Soy la hermana de la buena hermana
Que contó su historias, y una es nuestra vida;
El sultán del Día me nombró sultana;
El cafre nocturno me hizo su querida».
La Tres: «Soy el hada que sus oros labra
En la adamantina villa de los astros,
Y que adora al negro, raro, abracadabra
Que por donde pasa deja negros rastros».
La Cuatro: «Yo brillo cuando en los Estíos
El Sol llega a Piscis y en Piscis se escuda;
Yo beso y despierto los tiernos rocíos;
Yo brillo en Enero cuando el Sol madruga».
La Cinco: «Yo luzco, toda engalanada,
Al pie del Castillo de prismas aéreos;
Yo aclaro, yo azulo la inmensa mirada
De los Capricornios y Acuarios etéreos».
La Seis: «Soy el cisne del parque de Urano.
Yo las Primaveras del azul enfloro;
Yo pinto la mitra del Mago Verano.
Y escribo en el cielo madrigales de oro».
La Siete: «Yo ostento rodelas y tiaras
De reyes del regio país Fantasía;
Yo enseño brocados y túnicas raras,
Yo soy la mimosa del Reino del Día».
La Ocho: «Yo estrello con blancas avispas,
De la bruja noche la oscura caverna;
Yo soplo en la fragua de Dios, y mil chispas
Bailan en el cielo la gavota eterna».
La Nueve, la Diez y la Once. ?Coro?
«Nosotras amamos la sombra y la lumbre;
Reinas de azabache, codiciamos oro:
Somos alegría; somos pesadumbre».
Canta al fin la Doce: «Mi pupila ardiente
Mira siempre fijo: mi pupila abrasa:
Soy la más amante, soy la más vehemente,
Soy la que atraviesa, soy la que traspasa.
»Soy la silenciaria, la de negras alas,
La trasnochadora que las almas roe,
La que tiene el brillo de las luces malas
En que se inspiraron Baudelaire y Poe.
»El gato que vela y el ave nocturna
Tienen mis siniestras vagas harmonías.
Soy la que no duerme, soy la taciturna,
Y mis ojos brillan las alevosías.
»Soy la que levanta las heladas losas,
La de los puñales, la de los secretos;
La de las macabras dentro de las fosas,
La que cena y baila con los esqueletos.
»Richepin y Huysmans, los ebrios divinos,
Me eligieron diosa de sus borracheras;
Maeterlinck y Wilde y otros peregrinos,
Me llamaron Reina de sus calaveras.
»Soy la Doce blanca: soy la Doce negra;
Soy tristeza y sombra, resplandor y goce:
La que todo abate, la que todo alegra:
Soy la blanca Doce; soy la negra Doce».
Un coro de aplausos atruena el espacio.
(Richelieu sonriendo se acerca a una dama).
Pajes con bandejas llenan el palacio.
(Molière por un beso vende un epigrama).
Resuenan los coros: «Amemos al Viejo Patriarca,
que todo lo abarca;
Su frente de viejo ermitaño
Parece el desierto de todo lo antaño;
en ella han carpido la hora y el año,
Lo siempre empezado, lo siempre concluso,
Lo vago, lo ignoto, lo iluso, lo extraño,
lo extraño y lo iluso».

viernes, 31 de diciembre de 2010

LUCAS, Manuel. Un Verso...

Salto, diciembre de 1964.




Cumpliendo lo prometido, aprovecho la ocasión,
Te envío el pabellón que habías solicitado.
Lo hago con mucho agrado y de todo corazón


En tan linda circunstancia,el verso aquí yo lo rimo,
Es un regalo de tu primo esta bandera uruguaya
Honrarla hasta que se vaya debe ser nuestro destino.


Defiéndela con orgullo,como lo sabrás hacer.
Como sabrás mantener sus colores bien erguidos
Sin sentimientos fingidos, que es la forma de valer.

Y así para terminar, me quiero yo despedir
Y hasta pronto he de decir con un sincero saludo,
De quien a su prima pudo, con un verso dirigir.

Ariel Ramírez y Jaime Torres - Nacimiento del charango

HERRERA Y REISSIG, Julio. AMOR SÁDICO


Ya no te amaba, sin dejar por eso
de amar la sombra de tu amor distante.
Ya no te amaba, y sin embargo, el beso
de la repulsión nos unió un instante…
Agrio placer y bárbaro embeleso
crispó mi faz, me demudó el semblante,
ya no te amaba, y me turbé, no obstante,
como una virgen en un bosque espeso.
Y ya perdida para siempre, al verte
anochecer en el eterno luto,
mudo el amor, el corazón inerte,
huraño, atroz, inexorable, hirsuto,
jamás viví como en aquella muerte,
nunca te amé como en aquel minuto!

jueves, 30 de diciembre de 2010

BLANES, Juan Manuel.


Nace en Montevideo, en junio de 1830 en el seno de una familia modesta. A temprana edad, revela su aficción por el dibujo al que no abandona a pesar de sus múltiples actividades
 Finalizada la Guerra Grande pasa a instalar un taller en Montevideo y comienza a ganarse el sustento pintando retratos.
 Por problemas familiares se traslada a Salto y de ahí a Entre Ríos donde pinta para el General Urquiza los cuadros de sus victorias militares, retratos familiares y motivos religiosos.
Convencido de su necesidad de formarse, solicita al gobierno uruguayo una beca a Europa, la que le es concedida en 1860.

 Es el primero de una serie de viajes al viejo continente, en los que incluirá con posterioridad Medio Oriente.
 Sus cinco años en Europa se centran en Florencia con el maestro Antonio Ciseri de neta filiación academicista, que marcará su obra posterior. Vuelve a Montevideo entre 1865 y 1879.
 Realiza algunos de sus grandes cuadros de tema histórico o de actualidad y su fama se divide entre Montevideo, Buenos Aires y Santiago de Chile.
Su dibujo es naturalista. En la distribución de la luz es un académico preocupado por aislar los colores puros en medio de ocres y grises.
Con Blanes la historia nacional se convirtió en tema, con su obra despunta la pintura republicana y por ello fue llamado "el pintor de la Patria". La seriedad historicista con que realiza su tarea queda demostrada en su correspondencia, Buena parte de la cual está destinada a solicitar información minuciosa para documentarse antes de emprender sus cuadros históricos.
 También el paisajismo uruguayo se inaugura con Blanes. No recurre al paisaje en un sentido estricto, ya que éste constituye para él en telón de fondo de sus escenas y nunca en protagonista.

 Alcanza también renombre a través del género retratístico inscripto en estricta escuela academicista.Muere en Italia, en 1901


SAENZ, Carlos Federico. UNA OBRA PRODIGIOSA













miércoles, 29 de diciembre de 2010

STORNI, Alfonsina. DULCE TORTURA






Polvo de oro en tus manos fue mi melancolía
sobre tus manos largas desparramé mi vida;
mis dulzuras quedaron a tus manos prendidas;
ahora soy un ánfora de perfumes vacía.

Cuánta dulce tortura quietamente sufrida
cuando, picada el alma de tristeza sombría,
sabedora de engaños, me pasaba los días
¡besando las dos manos que me ajaban la vida!