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lunes, 13 de diciembre de 2010

PORTINARI, Cándido. Homenaje







Cândido Portinari
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(Brodosqui, 1903 - Río de Janeiro, 1962) Pintor brasileño.

 Procedente de una familia humilde de inmigrantes italianos, desde muy pequeño manifestó sus condiciones artísticas.
 A los 15 años, para mejorar su formación, se trasladó a Río de Janeiro, donde viviría el resto de su vida.
 No aprobó el examen de acceso en la Escuela Nacional de Bellas Artes y decidió matricularse en el Liceo de Artes y Oficios.
 Finalmente, pasó a Bellas Artes, donde completó sus estudios. Fue alumno de Joao Bautista da Costa, Lucilio Albuquerque y Rodolfo Chambeland, que siguió con interés los retratos del artista.
En los comienzos de su carrera recibió una fuerte influencia del pintor, escultor y grabador sueco Anders Zorn y del pintor español Ignacio Zuloaga. Dejó patente la influencia de éste último en su retrato del poeta Olegario Mariano, con el que ganó el viaje al extranjero en el Salón Nacional de Bellas Artes en 1928.

 En algunos de sus retratos manifestó la influencia de Modigliani.
 Conoció muy bien la obra de Pablo Picasso; el Guernica fue la obra que más le marcó. Coincidió con él al hacer una pintura de grandes dimensiones, con una tendencia expresionista, así como por la fuerza dramática de sus murales y la importancia del hombre en toda su obra.
 Aunque fue un pintor muy colorista, alternó los colores fríos y monocromos.
Con el premio ganado en 1928, Portinari viajó a Europa, fijó su residencia en París y visitó varias ciudades europeas.

 Fue una época de poca producción pero de mucha observación en museos y galerías, donde pudo estudiar a los grandes pintores, conocer las nuevas corrientes pictóricas y, sobre todo, descubrir la pintura al fresco.
Regresó a Brasil en 1930 con un fuerte deseo de pintar la realidad de su pueblo con un nuevo lenguaje pictórico.

 Muchos de los encargos de murales que realizó en esta etapa fueron hechos con el dictador Getulio Vargas, lo que no le impidió retratar de manera dramática la realidad social y humana del país.
 Portinari mostró siempre en su pintura la tragedia de los pueblos y las gentes menos favorecidas; es constante la presencia del obrero, del campesino, del niño, de la mujer.
Trabajó la corriente abstracta solo como experiencia de estudio y, aunque recibió influencia de ella, la figuración fue siempre más fuerte...

domingo, 12 de diciembre de 2010

HAIKUS... ''EN LO SOLO''



Caen pinguinos!!
Juan Andrés ''en lo solo''
que podrá hacer?


Sirve Córdoba
estando ''en lo solo''
sin celulares?


Tres celulares,
pensando ''en lo solo''
te dan ayuda?


Comí con Andrés,
chivitos... ''en lo solo''
sin importarnos...


Bruta tormenta!!
''en lo solo'' con haikus
nos defendemos...

sábado, 11 de diciembre de 2010

CASTELLANOS, Rosario. Parábola de la Inconstante



Antes cuando me hablaba de mí misma, decía:
Si yo soy lo que soy
Y dejo que en mi cuerpo, que en mis años
Suceda ese proceso
Que la semilla le permite al árbol
Y la piedra a la estatua, seré la plenitud.

Y acaso era verdad. Una verdad.

Pero, ay, amanecía dócil como la hiedra
A asirme a una pared como el enamorado
Se ase del otro con sus juramentos.

Y luego yo esparcía a mi alrededor, erguida
En solidez de roble,
La rumorosa soledad, la sombra
Hospitalaria y daba al caminante
- a su cuchillo agudo de memoria -
el testimonio fiel de mi corteza.

Mi actitud era a veces el reposo
Y otras el arrebato,
La gracia o el furor, siempre los dos contrarios
Prontos a aniquilarse
Y a emerger de las ruinas del vencido.

Cada hora suplantaba a alguno; cada hora
Me iba de algún mesón desmantelado
En el que no encontré ni una mala bujía
Y en el que no me fue posible dejar nada.

Usurpaba los nombres, me coronaba de ellos
Para arrojar después, lejos de mi, el despojo.

Heme aquí, ya al final, y todavía
No sé qué cara le daré a la muerte.

VIERA PETRONA. PLANISMO EN LA PINTURA












viernes, 10 de diciembre de 2010

MARTI, José. La niña de Guatemala. (Julia Elena Dávalos)

PICARDO UMAÑA, Mario. SONETO

                                          En Rep. Americano, Costa Rica, 1955


Esta imagen de luz tan inasible
en sombra de silencio subrayada.
Mas fácil de soñar es lo imposible
que la forma a su rastro no alcanzada.

Y persiste el sudor ciego y visible
en boca, luna, oración y nada.
fija la arena su no ser  tangible
al hombre en semen libertad usada.

El mismo tiempo nos desviste al salto
y una pierna de vida viejamente
nos hunde arriba o nos cae a lo alto.

Risa de espacios al presagio ausente
de noche en senda por la luna asfalto
de nunca y algo, de temblor y frente.

jueves, 9 de diciembre de 2010

LA NACIONALIZACIÓN DE LOS MUROS (basado en el libro de Eduardo Galeano)

Memorias del fuego III. El siglo del viento (Eduardo Galeano)
1924, Ciudad de México.


La nacionalización de los muros

''El arte de caballete invita al encierro. El mural, en cambio, se ofrece a la multitud que anda. El pueblo es analfabeto, sí, pero no ciego: Rivera, Orozco y Siqueiros se lanzan al asalto de las paredes de México. Pintan lo que nunca: sobre la cal húmeda nace un arte de veras nacional, hijo de la revolución mexicana y de estos tiempos de partos y funerales.

El muralismo mexicano irrumpe contra el arte enano, castrado, cobarde, de un país entrenado para negarse. Súbitamente las naturalezas muertas y los difuntos paisajes se hacen realidades locamente vivas y los pobres de la tierra se vuelven sujeto de arte y de historia en vez de objetos de uso, desprecio o compasión.

A los muralistas les llueve agravios. Elogios, ni uno. Pero ellos continúan, impávidos, trepados a los andamios, su tarea. Dieciséis horas diarias sin para trabaja Rivera, ojos y buche de sapo, dientes de pez. Lleva una pistola al cinto: -Para orientar a la crítica- dice:

DIEGO RIVERA,

Pinta a Felipe Carrillo Puerto, redentor de Yucatán, con un balazo en pleno pecho pero alzado ante el mundo, resucitado o no enterado de su propia muerte, y pinta a Emiliano Zapata sublevando pueblo, y pinta al pueblo: todos los pueblos de México, reunidos en la epopeya del trabajo y la guerra y la fiesta, sobre mil seiscientos metros cuadrados de paredes de la Secretaria de Educación. Mientras va cubriendo de colores el mundo, Diego se divierte mintiendo. A quien quiera escucharlo cuenta mentiras tan colosales como su panza y su pasión de crear y su voracidad de mujerófago insaciable.

Hace apenas tres años que ha vuelto de Europa. Allá en Paris, Diego fue pintor de vanguardia y se harto de los ismos; y cuando ya estaba apagándose, pintando nomás por aburrimiento, llego a México y recibió las luces de su tierra hasta incendiarse los ojos.

OROZCO

Diego Rivera redondea, José Clemente Orozco afila. Rivera pinta sensualidades, cuerpos de carne de maíz, frutas voluptuosas; Orozco pinta desesperaciones, cuerpos huesudos y desollados, un maguey mutilado que sangra. Lo que en Rivera es alegría, en Orozco es tragedia. En Rivera hay ternura y radiante serenidad; en Orozco, severidad y crispación. La revolución mexicana de Orozco tiene grandeza, como la de Rivera; pero donde Rivera nos habla de esperanza, Orozco parece decirnos que sea quien robe el sagrado fuego a los dioses, lo negara a los hombres.




SIQUEIROS

Huraño es Orozco, escondido, turbulento hacia adentro. Espectacular ampuloso, turbulento hacia fuera es David Alfaro Siqueiros. Orozco practica la pintura como ceremonia de la soledad. Siqueiros pinta por militancia de la solidaridad. No hay mas ruta que la nuestra, dice Siqueiros. A la cultura europea, que considera enclenque, opone su propia energía musculosa. Orozco duda, desconfía de lo que hace. Siqueiros embiste, seguro de que su patriótica arrogancia no es mala medicina para un país enfermo de complejos de inferioridad
.
«El pueblo es el héroe de la pintura mural mexicana»
dice Diego Rivera


''La verdadera novedad de la pintura mexicana, en el sentido en que la iniciamos con Orozco y Siqueiros, fue hacer del pueblo el héroe de la pintura mural. Hasta entonces los héroes de la pintura mural habían sido los dioses, los ángeles, los arcángeles, los santos, los héroes de la guerra, los reyes y emperadores y prelados, los grandes jefes militares y políticos, apareciendo el pueblo como el coro alrededor de los personajes estelares de la tragedia…''