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martes, 4 de enero de 2011

VILARIÑO, Idea. TAL VEZ NO ERA PENSAR




Tal vez no era pensar, la fórmula, el secreto,
sino darse y tomar perdida, ingenuamente,
tal vez pude elegir, o necesariamente,
tenía que pedir sentido a toda cosa.

Tal vez no fue vivir este estar silenciosa
y despiadadamente al borde de la angustia
y este terco sentir debajo de su música
un silencio de muerte, de abismo a cada cosa.

Tal vez debí quedarme en los amores quietos
que podrían llenar mi vida con un nombre
en vez de buscar al evadido del hombre,
despojado, sin alma, ser puro, esqueleto.

Tal vez no era pensar, la fórmula, el secreto.
sino amarse y amar, perdida, ingenuamente.

Tal vez pude subir como una flor ardiente
o tener un profundo destino de semilla
en vez de esta terrible lucidez amarilla
y de este estar de estatua con los ojos vacíos.

Tal vez pude doblar este destino mío
en música inefable. O necesariamente...

lunes, 3 de enero de 2011

DRUMMOND de ANDRADE, Carlos. Unidos por las manos





No seré el poeta de un mundo caduco.
Tampoco cantaré al mundo futuro.
Estoy atado a la vida y miro a mis compañeros.
Están taciturnos pero alimentan grandes esperanzas.
Entre ellos considero la enorme realidad.
El presente es tan grande, no nos apartemos.
No nos apartemos mucho, vamos unidos por las manos.
No seré el cantor de una mujer o de una historia,
no hablaré de suspiros al anochecer,
del paisaje visto desde la ventana,
no distribuiré estupefacientes o cartas de suicida,
no huiré hacia las islas ni seré raptado por serafines.
El tiempo es mi materia, el presente tiempo, los hombres presentes,
la vida presente.

PAZ, Octavio. DESTINO DEL POETA



¿Palabras? Sí, de aire,
y en el aire perdidas.

Déjame que me pierda entre palabras,
déjame ser el aire en unos labios,
un soplo vagabundo sin contornos
que el aire desvanece.

También la luz en sí misma se pierde.

domingo, 2 de enero de 2011

KRAUZE, Ethel. AMORETO V



Quiero ver en tus ojos el destello,
la inquietud de mi fibra, el rocío
en tus manos asidas a mi río,
el recodo en que habita lo más bello.
Quiero ser en la sangre de tu sello
hoja hueva en el vaso antes vacío,
ser, amor, tu sabor en el estío,
la delicia en el pulso de tu cuello.
Quiero andar tu sudor y tu saliva,
atreverme a probar el agua viva
que en tu beso refleja la dulzura
del estanque aromado y su tersura;
agua rauda y ardiente que cautiva
brillo de agua que colma mi hendidura.

ETHEL KRAUZE ( México, 1954 )

AGUSTINI, Delmira. CON TU RETRATO




Yo no sé si mis ojos o mis manos
encendieron la vida en tu retrato;
nubes humanas, rayos sobrehumanos,
todo tu Yo de Emperador innato

amanece a mis ojos, en mis manos.
¡Por eso, toda en llamas, yo desato
cabellos y alma para tu retrato,
y me abro en flor!... Entonces, soberanos

de la sombra y la luz, tus ojos graves
dicen grandezas que yo sé y tú sabes...
y te dejo morir... Queda en mis manos

una gran mancha lívida y sombría...
¡Y renaces en mi melancolía
formado de astros fríos y lejanos!

sábado, 1 de enero de 2011

BORGES,Jorge Luis. LA LUNA

                                   

     A María Kodama

Hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vió el primer Adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo

HERRERA Y REISSIG. Canto de las horas


Aramís ordena que los doce Meses
Formen en la rueda con las doce Horas.
Las Horas sonríen; los doce Condeses
Hacen reverencias para las señoras.
(Beaumarchais se acerca. La Vallière saluda,
La Chevreuse camina, Maintenon se sienta;
Sévigné pasea su espalda desnuda,
Mientras Guiche sonriendo su pasión le cuenta).
Luis, Rey de primores, en un grupo alterna,
Dando a sus palabras caprichosos giros;
(Las enamoradas de su linda pierna
Le brindan miradas, risas y suspiros).
Comienza la danza. Sus divinos vuelos
Emprenden las Horas: un iris de seda
Se cierne en la nube de los terciopelos,
Y en mágica urdimbre de flores se enreda.
Avispas de raros metales parecen,
Que cercan zumbando divinos panales,
Y raudas estrellas que saltan y crecen,
Siguiendo los ritmos de mil madrigales.
Prosigue la danza. Su baile ligero
Emprenden los Meses: una cabalgata
De arqueros celestes cruza el abejero
De tacos bordados y hebillas de plata.
Parecen falenas de volar extraño.
Bellos sagitarios de la diosa Iris,
Los doce Condeses del Reino del Año
Que rigen las riendas del potro de Osiris.
El viejo Patriarca
que todo lo abarca
Se riza la barba de príncipe asirio;
Su nívea cabeza parece un gran lirio,
Su nívea cabeza de viejo Patriarca
Aramís ordena que las danzarinas
Cuenten sus historias. La orquesta acompaña.
(El Rey Luis escucha, tras unas cortinas,
El rondó de espuma del vino champaña).
La menor, la Una, canta la primera:
«Yo he nacido en Grecia, yo he nacido en Nubia:
Yo soy negra y blanca, triste o hechicera;
Mi cabeza es negra, mi cabeza es rubia.
»Los insomnios tristes son de mis imperios,
Y mis ojos queman con mirar profundo;
Soy la negra bruja de los cementerios,
La querida ardiente que ilumina el Mundo.
»Soy la Una, una nocturnal sombría
Hija de la noche, maga de la Luna;
Soy la Una, una lámpara del Día,
Soy la negra Una, soy la blanca Una».
La Dos: «Soy la hermana de la buena hermana
Que contó su historias, y una es nuestra vida;
El sultán del Día me nombró sultana;
El cafre nocturno me hizo su querida».
La Tres: «Soy el hada que sus oros labra
En la adamantina villa de los astros,
Y que adora al negro, raro, abracadabra
Que por donde pasa deja negros rastros».
La Cuatro: «Yo brillo cuando en los Estíos
El Sol llega a Piscis y en Piscis se escuda;
Yo beso y despierto los tiernos rocíos;
Yo brillo en Enero cuando el Sol madruga».
La Cinco: «Yo luzco, toda engalanada,
Al pie del Castillo de prismas aéreos;
Yo aclaro, yo azulo la inmensa mirada
De los Capricornios y Acuarios etéreos».
La Seis: «Soy el cisne del parque de Urano.
Yo las Primaveras del azul enfloro;
Yo pinto la mitra del Mago Verano.
Y escribo en el cielo madrigales de oro».
La Siete: «Yo ostento rodelas y tiaras
De reyes del regio país Fantasía;
Yo enseño brocados y túnicas raras,
Yo soy la mimosa del Reino del Día».
La Ocho: «Yo estrello con blancas avispas,
De la bruja noche la oscura caverna;
Yo soplo en la fragua de Dios, y mil chispas
Bailan en el cielo la gavota eterna».
La Nueve, la Diez y la Once. ?Coro?
«Nosotras amamos la sombra y la lumbre;
Reinas de azabache, codiciamos oro:
Somos alegría; somos pesadumbre».
Canta al fin la Doce: «Mi pupila ardiente
Mira siempre fijo: mi pupila abrasa:
Soy la más amante, soy la más vehemente,
Soy la que atraviesa, soy la que traspasa.
»Soy la silenciaria, la de negras alas,
La trasnochadora que las almas roe,
La que tiene el brillo de las luces malas
En que se inspiraron Baudelaire y Poe.
»El gato que vela y el ave nocturna
Tienen mis siniestras vagas harmonías.
Soy la que no duerme, soy la taciturna,
Y mis ojos brillan las alevosías.
»Soy la que levanta las heladas losas,
La de los puñales, la de los secretos;
La de las macabras dentro de las fosas,
La que cena y baila con los esqueletos.
»Richepin y Huysmans, los ebrios divinos,
Me eligieron diosa de sus borracheras;
Maeterlinck y Wilde y otros peregrinos,
Me llamaron Reina de sus calaveras.
»Soy la Doce blanca: soy la Doce negra;
Soy tristeza y sombra, resplandor y goce:
La que todo abate, la que todo alegra:
Soy la blanca Doce; soy la negra Doce».
Un coro de aplausos atruena el espacio.
(Richelieu sonriendo se acerca a una dama).
Pajes con bandejas llenan el palacio.
(Molière por un beso vende un epigrama).
Resuenan los coros: «Amemos al Viejo Patriarca,
que todo lo abarca;
Su frente de viejo ermitaño
Parece el desierto de todo lo antaño;
en ella han carpido la hora y el año,
Lo siempre empezado, lo siempre concluso,
Lo vago, lo ignoto, lo iluso, lo extraño,
lo extraño y lo iluso».