No tenía este rostro que tengo
tan calmo, tan triste, tan magro,
ni estos ojos tan vacíos,
ni el labio amargo
No tenía estas manos sin fuerza,
tan paradas, tan frías, tan muertas,
no tenía este corazón,
que ni se muestra.
Ni entiendo esta mudanza,
tan simple, tan cierta, tan fácil.
¿En que espejo se perdió
mi rostro grácil?