Si me sumerjo en las aguas oceánicas que rodean la isla en cuyo polvo floto como un cadáver, si este domingo lo comparto con alegres muchachas de barrio y en su simplicidad resbala mi habitual melancolía, si busco el aire nuevo de los alrededores de la ciudad y lo empapo de tibios alcoholes y guitarras, no procuro otra cosa que la alegría, cuando ésta se ha perdido entre los días de la soledad. Yo soy toda la alegría posible si me distribuyo en el pueblo, en sus abigarradas casa, en su perenne luto por el arroz y el pan y por el viento que sople sus derruidas almas hacia un fecundo abrazo con mi palabra limpia y terrenal. Cada uno de mis pasos por la ciudad es una campanada silencios, una sonrisa volcada en la esperanza, Veo a la gente ir y venir en su trabajo o en su holgazanería conquistada a la muerte, sin que me sea permitido llamarles por su nombre, sin que mi corazón se pueda desgranar en las ardientes calles. ¿Dónde podrá esconderse la alegría que no la alcancen mis palabras cuando en mí esté presente la diminuta respiración de cada hombre y mi canto sea la voz de su corazón esperanzado? CANTO AL FONDO DEL MAR Mar a donde no llegan gruesas lluvias amargas. Mar sin olas, sin playas ni veleros distantes. Mas debajo del ruido. Mar en profundidades. Donde no viven sombras, porque allí todo es sombra salvo la sombra verde de mi canto. Mar encontrado al fondo de mi sueño. Fondo triste del mar con ternura anhelando. Mar distanto del polvo y de los trasatlánticos. Enemigo del cielo y aún del hombre enemigo. Mar para sonreír sin que se muere nadie. Mar sin islas que lloren por una voz ausente. Mar sin fusiles. Mar sin soledades. Sin espigas de arroz ni voluntades tristes ni tristes niños ni perennes lazos. Mar al fondo del mar y de mi sangre. Principio del vivir, descamisado; desvestido de todo lo superfluo, de mis uñas, corbatas y arrabales. Mar hecho a la medida de mi alma. Mar confidencia de los peces sabios donde habita mi amor enardecido. Mar sin piratas. Sin esos fabulosos capitales. Ajeno de la furia de moscas y de aviones. Como un perro veloz que corre por mis venas y ladra y ladra y ladra de entusiasmo |