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sábado, 9 de mayo de 2009

BORGES, Jorge Luis. AMANECER



Lavandas, Carlos Bau

En la honda noche universal
que apenas contradicen los faroles
una racha perdida
ha ofendido las calles taciturnas
como presentimiento tembloroso
del amanecer horrible que ronda
los arrabales desmantelados del mundo.
Curioso de la sombra
y acobardado por la amenaza del alba
revivì la tremena conjetura
de Schopenhauer y de Berkley
que declara que el mundo
es una actividad de la mente,
un sueño de las almas,
sin base ni propòsito ni volumen.
Y ya que las ideas n 
no son eternas como el màrmol
sino inmortales como un bosque o un rìo,
la doctrina anterior
asumiò otra forma en el alba
y la supersticiòn de esa hora
cuando la luz, como una enredadera
asumiò otra forma en el alba
va a implicar las paredes de la sombra,
doblegò mi razòn
y trazò el capricho siguiente:
Si estàn ajenas de sustancia todas las cosas
y si esta numerosa Buenos Aires
no es mas que un sueño
que erigen en compartida magia las almas,
hay un instante cuando 
en que peligra desafortunadamente su ser
y es el instante estremecido del alba,
en que peligra desafortunadamente su ser
y es el instante estremecido del alba
y son pocos los que sueñan el mundo
y solo algunos trasnochadores conservan
cenicientas y apenas bosquejada,
la imagen de las calles
que definirán despues con los otros.
Hora en que el sueño pertinaz de la vida
corre peligro de quebanto
hora en que le sería fácil a Dios
matar del todo su obra !
Pero de nuevo el mundo se ha salvado.
La luz discurre inventando sucios colores
y con algún remordimiento
de mi complicidad en el resersvamiento del día
solicito mi casa,
atónita y glacial en la luz blanca,
mientras un pájaro detiene su silencio
y la noche gastada
se ha quedado en los ojos de los ciegos.