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martes, 8 de mayo de 2012

AMADO NERVO. HOMENAJE





Ha muerto Rubén Darío, 
 ¡el de las piedras preciosas!
 Hermano,
 ¡cuántas noches tu espíritu y el mío, 
 unidos para el vuelo, cual dos alas ansiosas,
 sondar quisieron ávidas el Enigma sombrío,
 más allá de los astros y de las nebulosas!
 Ha muerto Rubén Darío,
 ¡el de las piedras preciosas! 
 ¡Cuántos años intensos junto al Sena vivimos,
 engarzando en el oro de un común ideal
 los versos juveniles que, a veces,
 brotar vimos como brotan 
dos rosas a un tiempo de un rosal! 
 Hoy tu vida, inquieta cual torrente bravío,
 en el Mar de las Causas desembocó;
 ya posas las plantas errabundas
 en el islote frío que pintó Böckin... 
¡ya sabes todas las cosas!
 Ha muerto Rubén Darío,
 ¡el de las piedras preciosas!
 Mis ondas rezagadas van de las tuyas;
 pero pronto en el insondable
 y eterno mar del todo se saciara mi espíritu
 de lo que saber quiero: del Cómo y del Porqué,
 de la Esencia y del Modo. 
 Y tú, como en Lutecia las tardes misteriosas 
 en que pensamos juntos a la orilla del Río lírico,
 habrás de guiarme...
 Yo iré donde tu osas, 
 para robar entrambos al musical vacío
 y al coro de los orbes sus claves portentosas...
 Ha muerto Rubén Darío ¡el de las piedras preciosas!