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viernes, 1 de mayo de 2009

AMORIM, Enrique. PRIMERO DE MAYO. ( A NICOLÁS GUILLÉN)



















A Nicolás Guillén


El abuelo gringo
que vino en un barco
de velas de fuego
con mástiles blancos
-brújula embrujada
mendrugos y endriagos-
El abuelo gringo
dijo por lo bajo:

Primero de Mayo

Recorrió la América
numerando andamios.
Coloreó arrabales
y fué, palmo a palmo,
corazones , tierras
ganado. Ganando
mujer, casa y huerto
para su descanso.

Primero de Mayo

Y encendió la pipa
en medio del patio.
Hojas otoñales
siguieron sus pasos.
Por la calle sola
se alejó cantando,
con un libro viejo
cerrando las manos.

Primero de Mayo

¿Los hombres temieron
al fuego del canto?
¿Daban miedo entonces
las voces en alto?
Hubo atardeceres
de sangre y espanto.
Muros de ignominia
y enlutado asfalto.

Primero de Mayo

La plaza cercada
de sables y cascos.
El rencor roncaba
su sordo fracaso.
El grito en el puño
y el puño en lo alto.
Un clarín de muerte
deshojó el espacio.

Primero de Mayo

Rosas renovadas
en ocasos bravos.
Noches de la imprenta
sudores lunados.
Rojos fueron siempre
la aurora y el parto.
El nieto ya lee
el viejo libraco.

Primero de mayo

Se abrieron las calles
a punta de canto.
Las heroicas madres
los hijos en brazos.
Vendaval de gritos,
del grito sangrado.
Gargantas de acero:
¡Libertad hermanos!

Primero de Mayo

Banderas al viento
tus fechas flamearon
por calles y plazas
y sierras y campos
y montes y surcos
y ríos y llanos.
¡Espigas y estrellas
colmaron los labios!

Primero de Mayo

Ya nadie podría
la fiesta quitarnos
¿Quién puede a los yunques?
¿Quién puede al arado?
¡Que claro es el día,
qué día mas claro!
Está amaneciendo
¡Primero de Mayo!


Buenos Aires, 1947








martes, 28 de abril de 2009

DOBLES, Fabián. REGRESO A LA ESPERANZA.




PERDÒNAME esperanza,
Perdona mis ausencias de ti.
Yo no las quiero.
Olvida mis jardines solitarios,
donde crecen las rojas flores de mi silencio.
Perdona la quitud en que, sumiéndome,
te aparto de mis ojos.

Ahora regreso a ti y a tu olivar sombroso.
Ahora vuelvo a tu cauce
y a tu claro alfabeto de canciones.
Ahora regreso a mí, conmigo rescatado,
a la bahía de miel e higos donde solías
conversar de palomas mensajeras
y floridos pañuelos agitados al viento.

Aquí estoy esperándote, esperanza.
Recuerdo que venías cuando eras
tú una mozuela vieja y yo, tan solo,
un torpe catador del vino de los días,
un viajero que aun no había puesto
su pie en el amplio estribo de la angustia.

Ahora, que bautizado por el fiero rocío
y herido por el dulce sabor
de todo lo que tu querías enseñarme,
he aprendido mi nombre en la infinita multitud,
perdona mis olvidos, esperanza,
y ven a reencontrarme.

lunes, 27 de abril de 2009

DE MORAES, Vinicus. SONETO




Esa mujer que se arroja fría
y lúbrica en los brazos, y a sus senos.
Me aprieta, me besa y balbucea
versos, rezos a Dios, votos obscenos.


Esa mujer, flor de melancolìa,
que rìe de mis pàlidos recelos,
La ùnica entre todas a quien di
caricias que jamàs a otras darìa.

Esa mujer,que a cada amor proclama,
la miseria y grandeza de quien ama, 
y feliz de mis dientes guarda huella.


¡Un mundo esa mujer! Es una yegua
quizàs , pero en el marco de una cama,
nunca mujer alguna fue tan bella.

martes, 21 de abril de 2009

RODRIGUEZ CASTILLO, Osiris. LA GALPONERA




''Una espuela rota, un lazo ramaleado, una lanza olvidada entre las tijeras de una quincha y en toda guitarra, una milonga la mas humilde, la más peona, la galponera''. 
..................
Le llaman la Galponera
Y es milonga de fogón
Que lo mismo vive a monte
Si le niegan el galpón
La arrastro la montonera
Cuando el llano corcovió
Y hubo un nudo de Orientales
Lanza, trabuco y facón……….

lunes, 30 de marzo de 2009

VALENCIA, Rodolfo. NADA DIRÁ






















Nada dirá del aire la paloma
mas que su vuelo.
Ni el pez del agua
mas que su estela.
Ni el hombre de la tierra
mas que su misterio.

Mi alma no dirá nada
sobre la soledad
ni mi corazón pronunciará palabra
sobre la aungustia de vivir esperando
sin esperar siquiera.

Yo me hundiré en las sombras del misterio
que obligará al inocente
a inventarse su mundo
y su lenguaje.

lunes, 23 de marzo de 2009

DO AMARAL. Tarsilia. ARTE Y POESÍA POPULAR EN LOS COLORES DE BRASIL.






INÉS GIROLA (Terra Magazine)
                                                                 

 
Podría hablarse largamente de las diferentes, infinitas y sumamente particulares formas que asume la palabra "viaje". Los viajes de Tarsila do Amaral (San Pablo, 1886 -1973), probablemente la artista brasileña más importante del movimiento modernista en su país, tienen la forma de un recorrido -nada ingenuo- que busca recoger lo universal de las culturas europeas y extranjeras para transformarlo en la particularidad más íntima de la propia cultura brasileña. Y tienen, además, las formas de un lápiz que en pequeñas libretas de anotaciones registra con trazos frescos y decididos, paisajes reales de lugares visitados, pero también y sugerentemente, de tantos otros lugares imaginarios.
Entre los años 1920 y 1933, Tarsila viaja varias veces a Europa y Latinoamérica, a Oriente e incluso a la Unión Soviética, intercalando siempre y constantemente, viajes al interior de San Pablo, hecho que influirá notablemente en el desarrollo de su obra. La exposición que puede visitarse hasta el 2 de junio en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) -la primera de Tarsila do Amaral en Argentina-, lleva el título de "Tarsila viajera", y propone justamente un recorrido a través de las obras que realizó la artista durante estos años de viaje, reuniendo, además de más de 80 pinturas y dibujos, por primera vez también, sus tres obras más emblemáticas: A negra (1923), Abaporu (1928), y Antropofagia (1929). Las primeras pinturas de la Tarsila viajera, de un fuerte tinte impresionista -y que abren el recorrido de la exposición-, son rápidamente dejadas de lado a medida que la artista se va apropiando del lenguaje modernista. Las formas académicas adquiridas durante su residencia en París, entre 1920 y 1922, comienzan a desarmarse al visitar Inglaterra, España e Italia. Cuando regresa a San Pablo, ese mismo año, conoce a un grupo de artistas e intelectuales que ya profesaban ideas modernistas, y a la vez que estudia sus propuestas comienza a interesarse por temas que reflejarían una supuesta "identidad" brasileña. Al año siguiente, frecuenta en París los ateliers de los grandes maestros cubistas, estudiando finalmente con el reconocido pintor de esa corriente, Fernand Léger.
Pero al año siguiente, y nuevamente su tierra natal, en 1924, la obra de Tarsila revela un nuevo "descubrimiento de Brasil": el paisaje del lugar se vuelve entonces un asunto central en sus trabajos. Pinta ciudades con símbolos de la modernidad (chimeneas, edificios, automóviles), a partir de líneas ortogonales que refuerzan la idea del racionalismo urbano; y junto con ellas, los paisajes de su siguiente viaje, a Minas Gerais, recuperan las formas orgánicas y los colores de su terruño. La simplicidad y la frescura de las pequeñas ciudades aparecen para Tarsila como elementos portantes de una "poesía popular". La artista recuerda: "encontré en Minas los colores que me encantaban de niña. Me enseñaron después que eran feos y vulgares. Seguí la rutina del gusto refinado¿. Pero después me vengué de la opresión, pasándolos a mis pinturas: azul purísimo, rosa violáceo, amarillo vivo, verde rutilante".
La constante interacción entre los elementos modernistas (la relación que mantiene con la vanguardia) y el impacto de la cultura brasileña (en un momento de búsqueda de una cultura de raíz nacional) confirma lo excepcional y original de una artista de inigualable calaña. Estos datos son más que interesantes a la hora de recorrer los cuadros que se encuentran expuestos en el Malba, sobre todo cuando una primera impresión comienza a intuir algunas ideas claves en las obras, como por ejemplo, la relación entre la naturaleza y el hombre. Las figuras "humanas" de Tarsila tienen mucho en común con las formas orgánicas de las especies vegetales (formalmente, muchas veces ni siquiera difieren, sobre todo en sus dibujos de línea). Luego, todos aquellos elementos que refieren a construcciones y productos de la civilización, son dibujados y pintados con líneas rectas, en su mayoría ortogonales. No es raro que uno ya empiece a pensar en los hombres y mujeres de Tarsila como seres fundamentalmente naturales (esto es, en estrecha relación con la naturaleza), hecho que se comprende cuando más adelante puede leerse la palabra "antropofagia" en algún epígrafe de obra. En ese momento uno se da cuenta de que se encuentra sumergido en la más honda profundidad de la obra de Tarsila. ¿Qué significa este término, antropofagia, en la obra de la artista?
A partir de 1928, Tarsila comienza a abordar imágenes que aparecen en su inconsciente, sueños, fantasmas, leyendas y supersticiones. Estas se reflejan en las pinturas en forma de paisajes habitados por seres fantásticos y vegetaciones exuberantes, de marcada tendencia surrealista; son los trabajos conocidos como "paisajes antropofágicos". La historia cuenta que en ese año, Tarsila le regaló a su entonces esposo, el escritor Oswald de Andrade, un cuadro que pretendía sorprenderlo. Al contemplarlo, Oswald afirmó ver en el cuadro algo parecido a un antropófago; y Tarsila comentó al respecto: "Busqué en un diccionario antiguo de la lengua tupi-guaraní y encontré a-ba-po-ru: 'hombre que come al hombre', y le puse ese nombre". A partir de allí Oswald escribirá el Manifiesto Antropófago, gran hito en las artes plásticas y en la literatura del modernismo brasileño.
Esta pintura, entonces, Abaporu, junto con A negra, y Antropofagia, forman el trío más célebre de la producción de Tarsila y representan el momento más alto del modernismo brasileño de la época. Allí se encuentra, en la fuerza de estas tres pinturas reunidas, la propuesta de construcción de la identidad brasileña. Y aquella búsqueda por recoger lo universal de las culturas europeas para transformarlo en la particularidad de la cultura brasileña, cobra todo su sentido en esta tríada que revela, precisamente, la clave del movimiento antropofágico: "comerse al europeo", para aprovechar lo nutritivo y desechar lo perjudicial. Vaya sentencia.
El último viaje de Tarsila en estos años (ya comenzando la década del 30) tuvo como destino a la Unión Soviética. Allí, las experiencias vividas la estimularon a representar motivos sociales, como se puede ver en los cuadros Operarios y Segunda Classe, también expuestos en el Malba. Luego, Tarsila regresa a San Pablo, donde se concentra en el trabajo sobre sus pinturas antropofágicas, reelaborando permanentemente la construcción de esa "identidad" tan buscada y añorada.