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martes, 4 de octubre de 2011
domingo, 2 de octubre de 2011
VIEIRA, Maruja. SIEMPRE
Siempre regresas
Para ti no hay tiempo
ni tiene oscuros lìmites la tierra.
Siempre vuelves.
Y siempre estoy aqui, esperando tus manos,
llenàndome de sueños como de lluvia un àrbol.
No hay nada diferente. Todo es igual y puro
cuando vuelvas.
No han pasado los dìas ni he sufrido. Estoy sola,
con el corazòn limpio como fuente nueva.
Tengo otras palabras y caminos
y contigo regresan la brisa y las estrellas.
Regresan las campanas y los pàjaros,
me devuelves la mùsica, el murmullo
de los rìos lejanos,
la claridad el monte,
la infinita verdad de que te amo.
De Semblanza de una poetisa colombiana.
REPERTORIO AMERICANO. Cuadernos de cultura Hispana.
San Josè, Costa Rica . 1955. Setiembre-octubre. No. 6
sábado, 1 de octubre de 2011
DE IBARBOUROU, Juana. Una rosa mìstica en la ciudad e los Reyes.
.............
Las multitudes odian el lodo, aunque estan compuestas por partìculas de ese mismo elemento. Es la ley de las masas. La muchedumbre, que es la sombra, tiende hacia el sol. Es la ley de la redenciòn. Santa Rosa de Lima fue la celeste abanderada de la reconquista de la luz, en un momento en que ya morìan todos los sueños de la gran aventura. Su muerte, fue una apoteosis. Sonaban las campanas de todas las iglesias de la Ciudad de los Reyes, en un clamor solemne de acompañamiento y anunciaciòn. De tal modo era una divina predestinada, que ningùn martirio amenguò su belleza y un poeta de la època pudo decir sin pecar de poeta:
Bajo el cielo de Lima se ha recostado graciosamente en la eternidad una rosa inmarcesible . Nada romperà nuca su celeste encanto.
.................................
Para LA NACIÒN, Montevideo, octubre de 1947.
Las multitudes odian el lodo, aunque estan compuestas por partìculas de ese mismo elemento. Es la ley de las masas. La muchedumbre, que es la sombra, tiende hacia el sol. Es la ley de la redenciòn. Santa Rosa de Lima fue la celeste abanderada de la reconquista de la luz, en un momento en que ya morìan todos los sueños de la gran aventura. Su muerte, fue una apoteosis. Sonaban las campanas de todas las iglesias de la Ciudad de los Reyes, en un clamor solemne de acompañamiento y anunciaciòn. De tal modo era una divina predestinada, que ningùn martirio amenguò su belleza y un poeta de la època pudo decir sin pecar de poeta:
Bajo el cielo de Lima se ha recostado graciosamente en la eternidad una rosa inmarcesible . Nada romperà nuca su celeste encanto.
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Para LA NACIÒN, Montevideo, octubre de 1947.
viernes, 30 de septiembre de 2011
GUILLEN, Nicolàs. NO SE PORQUE PIENSAS TU
No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa
yo,
tú. .
TU eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado, que te odio yo?
Me duele que a veces tú
te olvides de quién soy yo;
caramba, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo. .
Pero no por eso yo
he de malquererte, tú;
si somos la misma cosa,
yo,
tú,
no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo. .
Ya nos veremos yo y tú,
juntos en la misma calle,
hombro con hombro,
tú
y yo,
sin odios ni yo ni tú,
pero sabiendo tú
y yo,
a dónde vamos
yo
y tú !
no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo!
jueves, 29 de septiembre de 2011
BELLI, Gioconda. COMO PESA EL AMOR
Noche cerrada
ciega en el tiempo
verde como la luna
apenas clara entre las luciérnagas.
Sigo la huella de mis pasos,
el doloroso retorno a la sonrisa,
me invento en la cumbre adivinada
entre árboles retorcidos.
Sé que algún día
se alzarán de nuevo
las yemas recién nacidas
de mi rojo corazón,
entonces, quizás,
oirás mi voz enceguecedora
como el canto de las sirenas;
te darás cuenta
de la soledad;
juntarás mi arcilla,
el lodo que te ofrecí,
entonces tal vez sabrás
como pesa el amor
endurecido.
ciega en el tiempo
verde como la luna
apenas clara entre las luciérnagas.
Sigo la huella de mis pasos,
el doloroso retorno a la sonrisa,
me invento en la cumbre adivinada
entre árboles retorcidos.
Sé que algún día
se alzarán de nuevo
las yemas recién nacidas
de mi rojo corazón,
entonces, quizás,
oirás mi voz enceguecedora
como el canto de las sirenas;
te darás cuenta
de la soledad;
juntarás mi arcilla,
el lodo que te ofrecí,
entonces tal vez sabrás
como pesa el amor
endurecido.
miércoles, 28 de septiembre de 2011
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