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jueves, 9 de febrero de 2012

VALLEJO, Cèsar. DESOLACIÒN



Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
y que hemos de soñar sobre la misma almohada.

Te acostaré en la tierra soleada con una
dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
al recibir tu cuerpo de niño dolorido,

Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
y en la azulada y leve polvoreda de luna,
los despojos livianos irán quedando presos.

Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna
bajará a disputarme tu puñado de huesos!

II

Este largo cansancio se hará mayor un día,
y el alma dirá al cuerpo que no quiere seguir
arrastrando su masa por la rosada vía,
por donde van los hombres, contentos de vivir...

Sentirás que a tu lado caban briosamente,
que otra dormida llega a la quieta ciudad.
Esperaré que me hayan cubierto totalmente...
¡y después hablaremos por una eternidad!

Sólo entonces sabrás el por qué no madura
para las hondas huesas tu carne todavía,
tuviste que bajar, sin fatiga, a dormir.

Se hará luz en la zona de los sinos, oscura:
sabrás que en nuestra alianza signo de astros había
y, roto el pacto enorme, tenías que morir...

III

Malas manos tomaron tu vida desde el día
en que, a una señal de astros, dejara su plantel
nevado de azucenas. En gozo florecía.
Malas manos entraron trágicamente en él...

Y yo dije al Señor: - "Por las sendas mortales
le llevan ¡Sombra amada que no saben guiar!
¡Arráncalo, Señor, a esas manos fatales
o le hundes en el largo sueño que sabes dar!

¡No le puedo gritar, no le puedo seguir!
Su barca empuja un negro viento de tempestad.
Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor".

Se detuvo la barca rosa de su vivir...
¿Que no sé del amor, que no tuve piedad?
¡Tú, que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor!

miércoles, 8 de febrero de 2012

GUILLEN, Nicolàs. TENGO


. 
Cuando me veo y toco 
yo, Juan sin Nada no más ayer, 
y hoy Juan con Todo, 
y hoy con todo, 
vuelvo los ojos, miro, 
me veo y toco 
y me pregunto cómo ha podido ser. 
. 
Tengo, vamos a ver, 
tengo el gusto de andar por mi país, 
dueño de cuanto hay en él, 
mirando bien de cerca lo que antes 
no tuve ni podía tener. 
. 
Zafra puedo decir, 
monte puedo decir, 
ciudad puedo decir, 
ejército decir, 
ya míos para siempre y tuyos, nuestros, 
y un ancho resplandor 
de rayo, estrella, flor. 
. 
Tengo, vamos a ver, 
tengo el gusto de ir 
yo, campesino, obrero, gente simple, 
tengo el gusto de ir 
(es un ejemplo) 
a un banco y hablar con el administrador, 
no en inglés, 
no en señor, 
sino decirle compañero como se dice en español. 
. 
Tengo, vamos a ver, 
que siendo un negro 
nadie me puede detener 
a la puerta de un dancing o de un bar. 
O bien en la carpeta de un hotel 
gritarme que no hay pieza, 
una mínima pieza y no una pieza colosal, 
una pequeña pieza donde yo pueda descansar. 
. 
Tengo, vamos a ver, 
que no hay guardia rural 
que me agarre y me encierre en un cuartel, 
ni me arranque y me arroje de mi tierra 
al medio del camino real. 
. 
Tengo que como tengo la tierra tengo el mar, 
no country, 
no jailáif, 
no tennis y no yatch, 
sino de playa en playa y ola en ola, 
gigante azul abierto democrático: 
en fin, el mar. 
. 
Tengo, vamos a ver, 
que ya aprendí a leer, 
a contar, 
tengo que ya aprendí a escribir 
y a pensar 
y a reír. 
Tengo que ya tengo 
donde trabajar 
y ganar 
lo que me tengo que comer. 
Tengo, vamos a ver, 
tengo lo que tenía que tener. 

lunes, 6 de febrero de 2012

domingo, 5 de febrero de 2012

BORGES, Juan Luis. EL PUÑAL


 
En un cajón hay un puñal.

Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado;
 Luis Melián Lafinur se lo dio a mi padre,
 que lo trajo del Uruguay;
 Evaristo Carriego lo tuvo alguna vez en la mano. 
.
Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él;

 se advierte que hace mucho que lo buscaban;
 la mano se apresura a apretar la empuñadura que la espera;
 la hoja obediente y poderosa juega con precisión en la vaina.
.
Otra cosa quiere el puñal. 
.
Es más que una estructura hecha de metales;

 los hombres lo pensaron y lo formaron para un fin muy preciso;
 es, de algún modo eterno, 
el puñal que anoche mató un hombre en Tacuarembó
 y los puñales que mataron a César.
 Quiere matar, 
quiere derramar brusca sangre. 
.
En un cajón del escritorio,

 entre borradores y cartas, 
interminablemente sueña el puñal con su sencillo sueño de tigre,
 y la mano se anima cuando lo rige porque el metal se anima,
 el metal que presiente en cada contacto al homicida
 para quien lo crearon los hombres. 
.
A veces me da lástima. 

Tanta dureza, tanta fe,
 tan apacible o inocente soberbia,
 y los años pasan, inútiles.

FALÙ, Eduardo - Trago De Sombra