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domingo, 5 de febrero de 2012

BORGES, Juan Luis. EL PUÑAL


 
En un cajón hay un puñal.

Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado;
 Luis Melián Lafinur se lo dio a mi padre,
 que lo trajo del Uruguay;
 Evaristo Carriego lo tuvo alguna vez en la mano. 
.
Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él;

 se advierte que hace mucho que lo buscaban;
 la mano se apresura a apretar la empuñadura que la espera;
 la hoja obediente y poderosa juega con precisión en la vaina.
.
Otra cosa quiere el puñal. 
.
Es más que una estructura hecha de metales;

 los hombres lo pensaron y lo formaron para un fin muy preciso;
 es, de algún modo eterno, 
el puñal que anoche mató un hombre en Tacuarembó
 y los puñales que mataron a César.
 Quiere matar, 
quiere derramar brusca sangre. 
.
En un cajón del escritorio,

 entre borradores y cartas, 
interminablemente sueña el puñal con su sencillo sueño de tigre,
 y la mano se anima cuando lo rige porque el metal se anima,
 el metal que presiente en cada contacto al homicida
 para quien lo crearon los hombres. 
.
A veces me da lástima. 

Tanta dureza, tanta fe,
 tan apacible o inocente soberbia,
 y los años pasan, inútiles.