A Nicolás Guillén
El abuelo gringo
que vino en un barco
de velas de fuego
y mástiles blancos
-brújula embrujada
mendrugos y endriagos-
El abuelo gringo
dijo por lo bajo:
Primero de Mayo.
Recorrió la América
numerando andamios
Coloreó arrabales
y fue, palmo a palmo,
corazones, tierra
ganando. Ganando
mujer, casa y huerto
para su descanso.
Primero de Mayo.
Y encendió la pipa
en medio del patio.
Hojas otoñales
siguieron sus pasos.
Por la calle sola
se alejó cantando,
con un libro viejo
cerrado en sus manos.
Primero de Mayo.
Los hombres temieron
al fuego del canto?
Daban miedo entonces
las voces en alto?
Hubo atardeceres
de sangre y espanto.
Muros de ignominia
y enlutado asfalto.
Primero de Mayo
La plaza cercada
de sables y cascos.
El rencor roncaba
su sordo fracaso.
El grito del puño
y el puño en lo alto
Un clarín de muerte
deshojó el espacio.
Primero de Mayo.
Rosas renovadas
en ocasión bravos.
Noches de la imprenta
sudores lunados.
Rojos fueron siempre
la aurora y el parto.
La nieta ya lee
el viejo libraco.
Primero de Mayo
Se abrieron las calles
a punta de canto.
Las heroicas madres
los hijos en brazos.
Vendaval de gritos,
el grito sagrado.
Gargantas de acero:
¡Libertad hermanos!
Primero de Mayo.
Banderas al viento
tu fecha flamearon
por calles y plazas
y sierras y campos
y montes y surcos
¡Espigas y estrellas
colmaron los labios!
Primero de Mayo.
Ya nadie podría
la fiesta quitaros
¿quien puede a los yunques?
¿quien puede al arado?
¡Que claro es el día,
que día mas claro!
Está amaneciendo
¡Primero de Mayo!
Buenos Aires, 1947.