en el piso del cuarto se restira
rebotando en el muro que la mira
y, del rebote, la penumbra emana.
Su luz, entre las sombras deshilvana
un metálico brillo que delira,
y el espejo sediento le suspira
desde el rincón, como presencia humana.
Perforada la sombra, se estremece,
y el rayo de la luna me parece
escalera pendiente de los cielos.
Y asido a la visión que me rodea,
el afán de mi alma se recrea
al subir por el rayo sus anhelos.
De Color de ausencia, 1932