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La obra de Hidalgo ha sido clasificada
según sus géneros en Cielitos y Diálogos patrióticos. El crítico -Tiscornia~ divide cronológicamente en dos
períodos: Primero esta labor, llamando "poesía
militante" a la que corre desde 1811 a 1816, y cuyo
basamento sería la angustia personal, las pasiones que
despiertan los sucesos civiles, y la actividad del poeta
como partícipe de estos acontecimientos. La segunda
parte, a la que denomina "poesía expectante" y
que retiene lo mejor de su producción, abarca los años
de 1821 a 1822.
Allí su labor se ajusta al ejercicio de
sus dotes líricas, ilustrando con piezas de mayor
aliento su destreza como comentarista y la fuerza de su
personalidad para el planteamiento de su tema. Son poemas
de contenido fáctico, en los cuales el autor encarna la
voz de sus iguales, su pueblo y su comunidad, y
pertenecen a la misma categoría de los 'cielitos', que
entonarán después Ascasobi
o Luis Pérez en distintos bandos durante el rosismo. Es
una poesía que vale como arma, por su contenido y
funcionalidad política o bélica. Poesía que interviene
en la realidad, que intenta transformarla o dirigirla en
un sentido definido. Poesía nacida de un hecho
histórico, para comentarlo, para incidir en él, para
participar activamente en lo láctico: oponiéndose,
corrigiéndolo, aprobándolo. Aquí debemos incluir los
'cielitos' de 1812 y 1814, que se gritaban de trinchera
en trinchera durante el Primer Sitio de Montevideo. También el 'Cielito' contra los
portugueses de 1816; respuesta, de 1820, al Manifiesto de
Fernando VII; 'Cielito' de 1819 y, finalmente, el primer
'Diálogo patriótico', con sus notas de crítica social
y de sátira al robo de los caudales públicos. A
excepción del "Cielito' de 1819 (público doble:
las autoridades y los hombres de su clase) todos estos
textos van dirigidos fundamentalmente a los hombres de la
campaña, los que componen los ejércitos patrios del
momento".
Es lógico suponer entonces que Bartolomé
Hidalgo, por ser el iniciador de la Poesía Gauchesca, debió encontrar dificultades
expresivas que asumió con plena conciencia y que se
propuso superar. De gran importancia, en primer lugar,
era el público o los oyentes a quienes se dirigía, pues
lo habitual era el contacto por vía oral, produciéndose
sólo en un momento posterior la difusión de los
cielitos mediante hojas voladoras.. La patria necesitaba
una expresión directa y clara, para lo cual el cielito
le sirvió como medio directo de información y
comunicación. No puede afirmarse que Hidalgo sea el
inventor del cielito, ya que se conocían en la campaña
una danza de este nombre y su música con anterioridad a
1810.
El cielito proviene de su estribillo, "cielo,
cielito, cielo", con numerosas variantes en su
formación lírica, y así lo aclara Augusto Raúl
Cortazar en su estudio sobre Los cielitos patrióticos,
expresión folklórica del alma argentina. En su primera
época, su letra tuvo acentos sentimentales, como puede
comprobarse en una copla que recogió Juan Alfonso
Carriza en Tucumán:
"Himno Oriental".
'Sentimiento de un patriota'.
"Marcha Nacional".
"Cielito Oriental".
"Cielito patriótico para cantar la acción de
Maipú".
"El triunfo".
"Nuevo diálogo patriótico".
'Diálogo patriótico'.
"El Argos".
"Cielito patriótico".
"Al triunfo de Lima y el Callao".
"Diálogo patriótico interesante".
"Relación de las fiestas mayas".
El cielito militante: "Escuchado el primer cielo
militante y conocido el éxito que lo consagró en la
campaña y en los campamentos, surgieron multitud de
letras anónimas que se distribuían en hojas sueltas,
volanderas, y que siempre o casi siempre fueron escritas,
como advierte Juan María Gutiérrez, por la misma mano
culta que acababa de escribir una oda o un himno".
La Gaceta de Buenos Aires reprodujo en sus columnas
algunos de estos cielitos, y la famosa antología
publicada en 1824 con el título de Lira Argentina dio
cabida en sus páginas a dos de estas composiciones.
En
otro aspecto, Hidalgo intenta, con sus producciones
finales de 1821-1822, una aproximación al diálogo o la
entonación, elemento fundamental de la Poesía Gauchesca. Así lo ha dejado apuntado en un
ensayo (Cielitos y diálogos patrióticos) Horacio Jorge
Becco: "Hidalgo debió advertir ese descubrimiento
de la voz del canto, pero ese descubrimiento le fue dado,
a juzgar por los distintos procesos que va sufriendo su
obra, por la vitalidad de un lenguaje peculiar y propio;
ya que esa misma desnudez idiomática le servía para
examinar cómo sus versos eran colectados en provechoso
triunfo por lectores primitivos.
La valoración de sus
'Diálogos' no provenía simplemente de un desarrollo
más o menos oportuno y feliz; residía principalmente en
haber logrado la forma verbal de contarlos. El primero de
sus 'Diálogos' presenta a Jacinto Chano (capataz de una
estancia en las islas del Tordillo) y al paisano Ramón
Contreras (gaucho de la Guardia del Monte). Es una pieza
sin útiles grotescos, con cierta emocionada y dolorosa
visión. Es un evocar los años de contienda, con
sangrientos desencantos, donde han luchado por una
libertad y una confraternidad entre hermanos que no llega
a producirse.
"El 'Nuevo diálogo" dirá, con variantes sobre
el tema más constante de Hidalgo, la unión de los
americanos y las luchas por la libertad. Similares
asuntos aparecen en sus cielitos, como el manifiesto de
Fernando VII, distintos sucesos de episodios de la guerra
gaucha, el perdón de Belgrano a los vencidos en la
batalla de Salta, la soldadesca corajuda, al enemigo
topando, / el poncho a medio envolver / y el alfajor en
la mano'.
Este instrumento de pelea vuelve a evidenciar
el constante estado de alerta en el paisano, dispuesto a
combatir de continuo, poniendo su corazón en Dios' y en
los ideales de patria grande, lo que vio en las fiestas
Mayas de Buenos Aires, en 1822 la pieza más celebrada y
ejemplificada de su labor poética.
Como su titulo lo
informa, el diálogo cubre con simpatía la colorida
descripción de las fiestas mayas, siguiendo firmemente
la realidad de todos los días desde la noche del 24 de
mayo, influyendo la ornamentación de la plaza, las
inscripciones de la pirámide, . la música y los cantos,
los fuegos artificiales, la ceremonia oficial, los
honores militares, el pueblo reunido, las funciones
teatrales y los bailes, el gracioso palo enjabonado y los
rompecabezas, el asombro por las mujeres, las carreras de
sortija, etc.
Esta labor del poeta concuerda con los
testimonios que hallamos en El Argos, en las muestras
palpables de nuestra mejor iconografía, sobre la ciudad
de Buenos Aires, en los viajeros como 'Un inglés', y en
los cronistas posteriores a esa fecha." Como nota
final sobre este asunto, agrega Becco un magnífico
resumen que ofrece Augusto Raúl Cortazar:
"Los tres diálogos tienen elementos comunes en su
estructura, fondo y formas. Jacinto Chano y Ramón
Contreras son los únicos interlocutores; a modo de
introducción se relatan siempre episodios que tienen por
eje el caballo, que ocupaba, en efecto, un primer plano
en el mundo mental del gaucho. Las visitas, hechas y
retribuidas a pesar de la distancia que separa a los
amigos, son motivo para mostrar actitudes, costumbres,
modos de comportamiento del gaucho, que se entrelazan con
la exaltación de las glorias guerreras y los ideales
ciudadanos.
Idénticos sentimientos animan a los tres
poemas: el amor a la patria sobre todos, y como
consecuencia el ansia ardorosa, y por momentos
conminatoria, de unión, de concordia, de justicia y
libertad. No se expresan como invocaciones abstractas y
palabreras, sino que fluyen naturalmente de los temas
propios de una conversación de gauchos y se apoyan en la
referencia a los sucesos candentes del momento.
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